(2005). Fisica y Biologia en la Busqueda de Vida en el Universo, Principia (Barquisimeto, Venezuela) 25, pp. 3-12.
FISICA Y BIOLOGIA EN LA
BUSQUEDA DE
VIDA EN EL UNIVERSO
JULIAN CHELA-FLORES
The Abdus Salam
International Centre for Theoretical Physics
P.O.Box 586; Strada Costiera 11; 34136 Trieste, Italy
e
Instituto de Estudios Avanzados,
Apartado Postal 17606 Parque Central, Caracas 1015A, Venezuela.
E-mail:chelaf@ictp.it; URL: http://users.ictp.it/~chelaf/index.html
Nuestra concepción del origen y evolución de la vida en la Tierra.
Comencemos nuestra introducción
discutiendo como pensamos que se haya originado al vida en al
Tierra y como ha podido evolucionar. Para este motivo regresaremos
a nuestros trabajos anteriores en donde hemos introducido algunos
de los temas que ahora nos interesan 1,2. Al intentar desentrañar
los misterios del origen de la vida en la Tierra, desafortunadamente
disponemos de poco material sobre el cual trabajar. El mero hecho
que la Tierra sea una entidad viva, dinámica significa
que las rocas más antiguas, las cuales guardan la clave
de los orígenes de la vida, han sido destruidas por inexorables
procesos geológicos. Las rocas más antiguas de la
Tierra se encuentran en Isua, Groenlandia, que tienen más
de 3.800 millones de años de antigüedad. Ellas contienen
una marca isotópica indicando que las bacterias habitaban
el medioambiente en el que se formaron tales rocas 3. Si bacterias
completamente desarrolladas habitaban la Tierra hace 3.800 millones
de años, entonces la vida debe de haber comenzado mucho
antes. Teóricamente, pudo haber comenzado en cualquier
momento después de que el agua se condensara en la superficie
de la Tierra. Los cometas la habrían traído en las
moléculas prebióticas 4.
Por medio de procesos aún no comprendidos, dichas moléculas
se auto-organizaron en estructuras celulares primitivas dando
lugar, a su vez, al último antepasado común. El
primer organismo entonces dio origen a las bacterias. Del extenso
análisis del amplio número de árboles filogenéticos
construidos a partir de una variedad de macromoléculas
es el establecimiento de tres líneas celulares primarias
de la descendencia evolutiva.
Este crucial desarrollo tuvo lugar en condiciones que ahora consideraríamos
inhóspitas, pero que eran normales para la vida más
primitiva. La atmósfera se estaba reduciendo ligeramente,
consistiendo mayormente en dióxido de carbono, CO2. Hay
mucha discusión sobre la cantidad de oxígeno en
la atmósfera primitiva de la Tierra. La luz solar incidente
habría sido cerca de un 30% menor que en la actualidad
porque el 'horno nuclear' del Sol aún no había alcanzado
su apogeo 5. Se supone que la temperatura media era lo suficientemente
cálida como para mantener líquida el agua en la
Tierra debido al efecto invernadero del CO2 (con quizá
algo de metano). Las temperaturas podrían haber sido más
altas que en la actualidad debido al intenso bombardeo de meteoritos
y cometas, que caracterizó las épocas más
primitivas del Arcaico hasta hace aproximadamente 3.800 millones
de años 6. No había capa de ozono para mitigar los
efectos letales de la radiación ultravioleta. Además,
la luna estaba mucho más cerca de la Tierra 7 teniendo
como resultado influencias significativas de las mareas sobre
cualquier medioambiente que existiera en la superficie. Finalmente,
el susodicho período de intenso bombardeo pudo haber esterilizado
la Tierra en varias ocasiones. A pesar de todo esto, la vida comenzó,
se desarrolló, prosperó y permaneció.
Así, pues, una de las características fundamentales
de la vida, su tenacidad, se desarrolló tempranamente.
Las bacterias más primitivas podrían haber sido
organismos termófilos del dominio Archea 8. Ya Darwin especuló
que la vida pudo haberse desarrollado en una pequeña charca
caliente. Muy probablemente estos microorganismos termófilos
fueron los primeros organismos en la Tierra 9. La especie de Archea
termófila, como muchos de los metanógenos, se encuentra
cerca de la raíz en el árbol de la vida 10. Recientemente
se ha argumentado que todas las formas de vida agrupadas alrededor
de la base de los árboles evolutivos y filogenéticos
son microorganismos termófilos. Hay, sin embargo, una cierta
refutación de esta teoría que ha desafiado el origen
caliente de la vida, proponiendo que las primeras células
fueron criófilas. Alternativamente, la marca termofílica
podría ser un artefacto de bacterias que hubiese estado
sometido a un "cuello de botella" termófilo,
en el sentido de que durante el período de intenso bombardeo,
las únicas bacterias supervivientes fueron aquellas que,
o bien ocupaban el nicho hidrotermal, o bien se refugiaron allí
11. Hasta el aumento de oxigeno en la atmósfera de la Tierra
y el posterior desarrollo del ozono, la mayoría de los
microbios primitivos podrían haber vivido en protegidos
profundos nichos subterráneos 12. Así, pues, considerando
que durante la historia primitiva de nuestro planeta la tierra
expuesta era inhóspita, la vida pudo haber comenzado bajo
la superficie terrestre. Uno de los acontecimientos más
importantes en la evolución de la vida fue el advenimiento
de la eucariogénesis y la multicelularidad13.
La primitiva atmósfera terrestre era anoxia con incrementos
significativos de oxígeno, mayores del 15% de los niveles
atmosféricos actuales 14, sucediendo solamente 2.100 millones
de años antes del presente (MaAP). Sin embargo, precursores
con características eucarióticas, así como
la clara evidencia bioquímica de la existencia de cianobacterias,
han sido identificados hace 2.700 millones de años en Hammersley
Basin, Australia 15, antes de que se hubiese alcanzado niveles
mas altos. Entre los 1.500 y 1000 millones de años, la
vida fotosintética se hizo lo suficientemente abundante
como para elevar el oxígeno atmosférico hasta casi
el nivel actual.
La astrobiología
A pesar que a comienzos del
siglo XXI todavía la solución final a estos problemas
se nos escapa, algunos de los primeros pasos para establecer la
vida en la Tierra ya han sido racionalizados en el laboratorio:
el área de investigación a la cual nos referimos
es la evolución química. Los principales problemas
y técnicas necesarias para el estudio de la distribución
de la vida en el Universo ya han sido estudiados. Deseamos comentar
brevemente sobre estos dos problemas, los cuales hoy son incluidos
dentro de la astrobiología, o sea la nueva ciencia del
origen, evolución, distribución y destino de la
vida en el Universo 16. En la época de la publicación
del "Origen de las Especies" 17 tales cuestiones fueron
evitadas. Alexander Oparín estableció las bases
científicas para el estudio del origen de la vida; más
precisamente el químico ruso estableció las bases
para la evolución química.
Este largo período que ha transcurrido desde que fueron
tomados los primeros pasos hacia la evolución química
no ha sido suficiente para resolver el problema de nuestros orígenes.
Sin embargo hay un convencimiento general que la universalidad
de las leyes que hoy conocemos en las ciencias básicas
pueden llevar a la eventual comprensión del origen de la
vida en la Tierra hace unos 4 mil millones de años. Pero,
lo que es más relevante desde nuestro punto de vista, es
que también conocemos los rasgos principales de la evolución
biológica hasta la aparición de la inteligencia
en organismos multicelulares, hecho que ocurrió sólo
durante los últimos 2-3 millones de años. Los organismos
en la Tierra en donde el fenómeno de la inteligencia ha
llegado a su máxima expresión evidentemente son
los seres humanos.
Los homínidos se separan de los otros primates en el Mioceno
superior, hace unos 7 millones de años. Esto ocurre debido
a considerables cambios geológicos en el África
occidental. Desde el origen de los seres humanos no siempre fueron
los homínido quienes tuvieron el máximo grado de
encefalización. Dado un homínido y otro mamífero
de equivalente tamaño, no era el homínido quien
tuviese el cerebro de mayor tamaño. El caso específico
de encefalizaciones equivalentes concierne a nuestro ancestro
el Australopitecos y a algunos cetáceos (delfines y ballenas).
Por otro lado, veremos que debido al enorme progreso en el área
de la ciencia y de la tecnología se nos imponen dos vías
de investigación al segundo problema que fue evitado por
Darwin: la distribución de la vida en el Universo.
En este caso dos componentes entran dentro de nuestros objetivos
principales:
· La búsqueda de organismos multicelulares (en sistemas
solares vecinos) que hayan llegado a un nivel de inteligencia
similar al nuestro. También es de interés que estén
en capacidad de comunicarse por medio de ondas de radio, o cualquier
otra frecuencia en el espectro electromagnético. Este es
el programa de investigación en radio astronomía
que Frank Drake inicia en los años sesenta del siglo XX
18. Este esfuerzo se conoce como el proyecto SETI (Search for
Extraterrestrial Intelligence).
· En segundo lugar tenemos la detección, a través
de misiones espaciales, de los primeros pasos de la evolución
hacia la inteligencia dentro de nuestro propio sistema solar.
En otras palabras, el segundo aspecto que resaltaremos será
la búsqueda de microorganismos que hayan sido sujetos a
la transición hacia las células verdaderamente (en
griego 'eu' ) con núcleos ('karyon'). Por esta razón,
a las células que poseen núcleos se les llama 'eucarióticas'.
Tales núcleos están compuestos de lípidos
y otras biomoléculas. Hay suficiente evidencia en micropaleontología
que nos induce a pensar que hace dos mil millones de años
la eucariogénesis ya había ocurrido en la Tierra.
Este singular fenómeno es importante, ya que la célula
eucariótica caracteriza a todas las especies que han logrado
un alto grado de encefalización en la Tierra.
Ambientes de sistemas solares favorables a la vida
Resumiremos cuales son los
ambientes de sistemas solares donde la vida pudiese surgir en
el Universo. Discutimos cuales son algunas de sus implicaciones.
Ponemos particular atención al Sistema Solar. Excluyendo
a la Tierra existen tres ambientes favorables a la vida, ya sea
en el presente, en el pasado, o para su eventual evolución.
Tales ambientes son: el planeta Marte, el satélite galileano
Europa y Titán, el satélite de Saturno. Discutimos
algunas de las implicaciones filosóficas que acarrea el
nuevo conocimiento que comienza a surgir, a pesar de que hasta
la fecha no hay pruebas irrefutables de vida extraterrestre.
Después de casi 70 años de investigación
en química, física y biología no hemos todavía
resuelto el problema de nuestros orígenes. Podemos, sin
embargo, comprender como se forman algunas bases de los ácidos
nucleicos, algunos aminoácidos de las proteínas,
pero nos falta resolver muchas dificultades. Una alternativa es
la investigación de la vida extraterrestre. Nuestra suposición
es que podremos progresar más rápido siempre que
tengamos más de un ejemplo de una línea continua
de evolución. Para comenzar, proponemos la pregunta central
de nuestra inquietud en la próxima sección.
¿Dónde debemos buscar los nuevos organismos?
Para acercarnos a una respuesta
tentativa debemos primero regresar al fundamental trabajo de Galileo,
quien descubrió cuatro lunas del planeta Júpiter.
Galileo logró mejorar el telescopio considerablemente.
(Todo lo que sabemos es que en la Tierra, en menos de 4 mil millones
de años, la evolución biológica ha llevado
al ancestro común de toda la vida terrestre-hasta el Homo
sapiens.) De hecho, Galileo alcanzó unos 20 aumentos para
los primeros días de 1610, cuando el 7 de Enero comienza
sus observaciones del sistema Joviano.
Hemos cubierto un largo trecho hasta el presente. Hoy estamos
en capacidad de poner un telescopio en órbita. Desde 1993
tenemos al Telescopio Espacial Hubble y otros están en
construcción. Con este instrumento hemos logrado importantes
nuevas imágenes. Dos ejemplos son notables: En la Constelación
del Escultor (donde se encuentra el Polo Norte celeste) la galaxia
"Rueda de Carro", a 500 millones de años luz,
está en colisión con una segunda galaxia. El segundo
ejemplo concierne la nebulosa planetaria "Ojo de Gato",
a sólo unos 3 mil años luz. Este fenómeno
es debido a una estrella en sus últimas fases de evolución,
la cual se encuentra en la Constelación del Dragón,
que además incluye al Polo Sur celeste.
A pesar de estos logros en obtener mejores telescopios, con los
instrumentos ópticos no hemos llegado a un nivel satisfactorio,
ya que uno de los principales objetivos de la astrobiología
es la búsqueda de planetas extraterrestres donde la vida
pueda evolucionar.
El primer telescopio en orbita es insuficiente para este propósito.
Una de las alternativas, actualmente en estudio, es poner en órbita
solar un equipo óptico capaz de detectar planetas del tamaño
de la Tierra alrededor de otras estrellas (Proyecto Darwin). Podemos
imaginar que tales ambientes favorables a la vida existan en otras
galaxias, tal como la Gran Nube de Magallán, la cual está
a 170 mil años luz; o, en la vecindad de la nebulosa planetaria
Lyra, la cual se encuentra a 2 mil años luz. Afortunadamente,
tales especulaciones ya no son necesarias.
Desde 1995 se han descubierto planetas extrasolares, todos ellos
en nuestra vecindad, contenidos dentro de una esfera de radio
de unos 100 millones de años luz 19. El primer planeta
extrasolar descubierto es posiblemente uno de los más extraños.
Está en órbita alrededor de la estrella Pegasi 51.
Es de la dimensión de Júpiter, pero su órbita
es más pequeña que la de Mercurio. Ya existen muchos
otros ejemplos de 'sistemas solares'.
¿Cuáles son los ambientes en dónde puede evolucionar la vida?
Comenzamos nuestra búsqueda
sistemática de indicadores de vida regresando a nuestro
propio sistema solar. Con el propósito puramente pedagógico
seguiremos una trayectoria que nos introduzca a nuestro propio
sistema solar. Comenzaremos desde la nube de Oort, constituida
por planetesimales congelados (cometas) y nos dirigiremos hacia
la órbita de Neptuno, siguiendo una trayectoria que nos
conduzca a la Tierra. Primero que todo encontramos una enorme
nube de planetesimales congelados. El astrónomo holandés
Jan Oort hizo un estudio sistemático de los cometas de
largo período, llegando a la conclusión que la nube
de donde éstos provienen tiene una dimensión de
20 a 50 mil veces la distancia Tierra-Sol, la cual podemos llamar
'una unidad astronómica' (UA). Muchos de los cuerpos de
la Nube de Oort son de amplio conocimiento como, por ejemplo,
el cometa Hale-Bopp, el cual se avecinó a la Tierra en
1997. Desde su origen remoto, los cometas de la Nube de Oort traen
al Sistema Solar Interior compuestos químicos y polvo que
no han sufrido cambios desde que la 'nebulosa solar' dio lugar
a nuestro sistema solar.
Tenemos una idea aproximada de los elementos químicos y
compuestos que forman este material arrastrado hasta nuestra vecindad,
ya que los cometas deben ser similares al medio interestelar (MIS)
del cual se formaron inicialmente. Más de 100 compuestos
químicos han sido identificados en el MIS. Uno de los objetivos
de las principales agencias espaciales es hacer un contacto directo
con algunos cometas y traer una pequeña fracción
a la Tierra. En particular, la Agencia Espacial Europea (ESA)
está preparando la Misión Rosetta, la cual en la
próxima década intentará acercarse a un cometa
el cual tiene órbita pequeña, a diferencia de los
mejor conocidos Hale-Bopp, Hyakutake y Halley. Por su parte la
Agencia Espacial Americana, NASA, ha enviado una misión
llamada Espacio Profundo, la cual intentará tomar una muestra
de otro cometa.
El propósito de estas misiones es lograr un entendimiento
más profundo de la formación del Sistema Solar,
un prerrequisito para saber donde buscar ambientes favorables
para el origen de la vida. Ya tenemos una buena comprensión
de como se han formado los cuerpos sólidos. Ellos surgen
a través de un proceso de agregación de los planetesimales.
Gerard Kuiper, astrónomo holandés, descubrió
en 1951 un 'cinturón' de cuerpos pequeños entre
40-500 UA en el mismo plano de la eclíptica, que contiene
literalmente millones de cuerpos pequeños. Para lograr
una idea de la escala del Cinturón de Kuiper basta recordar
que en el Sistema Solar la órbita del planeta más
distante a la Tierra, Plutón, está a sólo
40 UA del Sol. Los planetesimales existentes en esta parte del
Sistema Solar tienen una dimensión de unos 100-500 Km.
Hacia el centro del Sistema Solar encontramos 9 planetas y más
de 60 satélites; además, también encontramos
un gran número de cuerpos pequeños ya sea asteroides,
o cometas de corto período. Es justo a través de
la interacción de estos pequeños y grandes cuerpos
que la fuente prebiótica de la vida (o sea la materia orgánica)
puede fertilizar mundos previamente estériles. Por consiguiente,
el eventual entendimiento del origen de la vida no se restringe
a sólo comprender las reacciones químicas que producen
los replicadores moleculares primordiales, sino también,
el origen de la vida se comprenderá una vez que entendamos
el tráfico inicial de la materia orgánica en el
Sistema Solar joven.
Neptuno es un planeta gigante el cual esta' en la periferia del
Cinturón de Kuiper. De Neptuno, el último de los
planetas gigantes visitado por el Voyager-2 en 1989, tenemos espléndidas
imágenes.
Entre ellas las más notables son las de uno de sus satélites,
Tritón, el cual tiene una atmósfera poco densa.
El Voyager-2 descubrió géiseres de una altura de
varios kilómetros, a veces perturbados por el efecto de
los vientos. Nos detenemos en Urano, ya que también el
Voyager-2 tuvo éxito en aportar nuevos conocimientos de
este planeta gigante. Sus cinco principales lunas fueron fotografiadas.
Vale la pena ver con detalle a Miranda, el satélite más
próximo a Urano entre sus satélites grandes. Miranda
es un verdadero híbrido geológico, posiblemente
el cuerpo pequeño más extraño del Sistema
Solar. En resumen, en estos dos primeros planetas gigantes exteriores
no hay ningún indicador de vida o actividad prebiótica,
según los mejores datos que tenemos hasta la fecha.
Las lunas de Saturno
Saturno es uno de los aspectos
mas importantes de la astrobiología ya que desde el 2004
tenemos una misión de las agencias espaciales europea y
americana explorando ese sistema (la Cassini-Huygens). Entre las
numerosas lunas de Saturno la más cercana es Mimas. Su
diámetro es de 390 Km. y está ubicada a una distancia
equivalente a tres radios de Saturno (3RS). Mimas también
es notable debido a un enorme cráter de un diámetro
casi comparable con la dimensión del satélite mismo.
Luego encontramos a Encelado a una distancia de 4 RS y diámetro
de 500 Km. Su morfología sugiere que en su pasado ha debido
haber actividad geológica que produjo derretimiento del
hielo en su superficie, dejándonos un terreno sin cráteres.
Queremos hacer hincapié en este punto vital para el origen
de la vida: en Encelado encontramos uno de los tres factores en
los que se basa la vida, es decir la actividad geológica
(como en el caso que ya hemos visto anteriormente de los géiseres
de Tritón). Desafortunadamente, este factor debe de estar
acoplado con la presencia de agua líquida y una cierta
cantidad de materia orgánica.
Hay un amplio acuerdo entre oceanógrafos que para mantener
la vida no es necesario la presencia de energía solar como
fuente para la fotosíntesis. Ya ha sido demostrado que
en la profundidad de los océanos terrestres la actividad
volcánica puede mantener microorganismos extremófilos,
ya sea tanto barófilos como termófilos. Por otro
lado, como Encelado tiene una gran fracción de su masa
secuestrada en forma de agua congelada, este satélite podría
ser en el futuro un objetivo de la búsqueda de microorganismos.
Regresemos por algunos instantes al satélite Encelado.
La actividad geológica desencadenada por la proximidad
de un planeta gigante no es un fenómeno único en
el sistema solar exterior. Los géiseres de Tritón
ya han demostrado este punto.
Nuestro énfasis sobre esta cuestión no es baladí:
ahora estamos convencidos de que la proximidad de una estrella
no es la única manera de generar vida. En los profundos
océanos terrestres, la actividad volcánica sostiene
vida completamente al margen de la fotosíntesis solar.
La universalidad de las leyes de la física, de la química
y de la biología hacen pensar que si la vida puede desencadenarse
en la Tierra por actividad geológica, lo mismo podría
suceder también en algún otro lugar de los planetas
del sistema solar, o satélites, bajo condiciones similares.
Como Encelado posee una enorme porción de su masa encerrada
bajo forma de agua helada, sería un posible objetivo para
la búsqueda de organismos extraterrestres. Debido a la
influencia de cometas y meteoritos, esperamos que se halle presente
un amplio inventario de orgánicos. Este mundo helado sería
el centro de atención de la astrobiología en un
futuro lejano.
Mucho antes, esperamos presenciar la exploración de otras
lunas heladas; por ejemplo, Teti y Dione, a 5 y 6 RS, ambos tienen
diámetros similares de más de mil kilómetros.
Recientes investigaciones han revelado que otro satélite,
Rea a 9 RS, justo como Dione, tienen oxígeno y hasta ozono,
pero no hay indicios que estos gases estén vinculados a
actividad biológica alguna. Por otro lado, como ambos no
tienen actividad geológica evidente, estos satélites
no son objetivos inmediatos de la astrobiología.
A una distancia de 20 RS encontramos uno de los principales objetivos
de la exploración del Sistema Solar: Titán. Este
mundo es estrictamente un satélite, pero es más
grande que dos de los planetas, Plutón y Mercurio. Su diámetro
es de 5,120 Km. La misión Cassini-Huygens tuvo el éxito
de lograr que la sonda Huygens pudiese tocar la superficie de
Titano en día 14 de Enero, 2005. El preciso objetivo es
identificar los pasos de la evolución química que
han sido posible gracias a su densa atmósfera. La temperatura
sobre su superficie es de unos 180 grados centígrados por
debajo del cero. Los datos recuperados sin duda son uno de los
mejores logros de la exploración espacial hasta el presente.
Las lunas de Júpiter
Júpiter es notable,
además de su dimensión, por sus cuatros grandes
lunas de un total de 16 distribuidas en cuatro sistemas de órbitas
elípticas. Ambas misiones, Voyager y Galileo, se han encontrado
con Júpiter y sus lunas. Del cuarteto de satélites
galileanos el más cercano a Júpiter es Io, a una
distancia de 6 RJ (donde RJ. representa el radio de Júpiter).
Io es ligeramente mayor que la Luna. Pero la real diferencia entre
las dos lunas es que nuestra vecina no tiene ninguna actividad
tectónica, mientras que Io es realmente el cuerpo más
volcánico de nuestro sistema solar.
El segundo satélite galileano es de dimensión algo
menor que la Luna, pero es quizá el anfitrión potencial
más intrigante para la existencia de vida extraterrestre.
Se llama Europa. Este mundo está cubierto de hielo. Como
se encuentra relativamente cerca de Io es de esperar que posea
alguna actividad volcánica en su corazón de silicato.
Éste podría ser una posible fuente de calor para
fundir parte del hielo que envuelve su núcleo. Por esta
razón, la cuestión de un océano de Europa
ha sido puesta de relieve y ampliamente debatida. Con gran probabilidad
habría también un inventario de carbono y compuestos
orgánicos. En resumen, Europa puede tener tres ingredientes
que sabemos han jugado un papel esencial en la germinación
de la vida en la Tierra: una fuente de energía, agua líquida
y una cantidad de carbono suficiente. Sin embargo, actualmente
es el centro de atención de la astrobiología. Está
ubicada en órbita poco excéntrica (0,009) a una
distancia de casi 10 RJ. Este extraordinario mundo está
totalmente cubierto de hielo. La superficie fue parcialmente fotografiada
por la misión Galileo-Europa, destinada principalmente
a este satélite por los últimos dos años
de la misión concluida en el mes de septiembre 2003. Con
una alta probabilidad también debería existir un
inventario de carbono y compuestos orgánicos. En resumen,
Europa podría tener las tres condiciones que estimamos
sean suficiente para que evolucione la vida: una fuente de energía
(volcánica), agua líquida y materia orgánica.
Ganímedes y Calixto están respectivamente a 16RJ
y 30 RJ, ambos son de tamaño comparable a Titán.
De hecho Ganímedes es más grande, siendo el satélite
más grande del Sistema Solar. Ganímedes es comparable
en tamaño a Titán, el cual, a su vez, es más
grande incluso que Mercurio. Las imágenes enviadas a lo
largo de dos años por la Misión Galileo Europa sugieren
la presencia de un océano primitivo bajo la superficie.
También hay alguna evidencia de la presencia de material
orgánico importado por cometas y meteoritos. Además,
la evidencia de una fuente de energía, un tercer requisito
para la presencia de vida en algún momento del pasado,
se encuentra en forma de calor asociado a un corazón metálico.
Esto lo sabemos por el campo magnético del satélite,
que fue descubierto por la Misión Galileo. Por tanto, Ganímedes
es también, como Europa, un buen candidato para la búsqueda
de microorganismos extraterrestres.
A mediano plazo hay dos propuestas para la exploración
de Europa, para comprender más profundamente su potencialidad
para mantener vida. Desde Diciembre de 1997 hasta su conclusión
en 2003, la misión Galileo para Europa (MGE) preparo un
mapa parcial de su superficie. Esto aumento considerablemente
la información recabada por las misiones Voyagers y Galileo.
Nuevas misiones están en preparación: la Júpiter
Icy Moons Orbiter (JIMO) podría incluir una sonda que llegue
a la superficie de Europa en la segunda década de este
siglo; además la Agencia Espacial Europea ha concluido
el plan preliminar EMPIE para colocar microsondas sobre la superficie
de Europa 20.
Hay algunos sitios en la Tierra en donde existen condiciones ambientales
análogas a las de Europa. Un primer ejemplo es el Océano
Ártico, en donde distinguimos las profundas hoyas de Canadá,
Fram y Noruega. (El Polo Norte esta justo entre las hoyas de Fram
y Canadá.) Podemos apreciar que por debajo de la superficie
congelada de estas hoyas la temperatura del agua líquida
está por encima de los 4 grados Centígrados, aún
a una profundidad de unos 500 metros.
Un segundo ejemplo se encuentra en Antártica 21. Allí
una gran variedad de microorganismos ya han sido estudiados. En
particular, gracias al descubrimiento de Sir Robert Scott en 1905
conocemos los lagos de los valles congelados. En el Valle de Taylor
hay varios lagos permanentemente cubiertos con una superficie
congelada (por ejemplo, los lagos de Fryxell y Hoare). En el Valle
de Victoria tenemos otro ejemplo el cual ha sido bien estudiado
desde el punto de vista de la microbiología, es decir el
Lago Vanda. También sabemos que en todos estos lagos existen
bacterias (cianobacterias) y aun organismos unicelulares que han
evolucionado hacia células más complejas. Tal es
el caso de las diatomeas, las cuales están caracterizadas
por un núcleo que secuestra el material genético,
o sea son organismos eucarióticos. Hay un acuerdo general
que tales organismos podrían sobrevivir en el océano
europano. La futura exploración de Europa debe de estar
precedida de unas serie de pruebas en un ambiente terrestre. El
sitio más adecuado es la Antártica. En ese continente
se encuentra un lago sumergido debajo de una capa de hielo de
unos 4 mil metros. Este lago, ubicado debajo de la Estación
Rusa Vostok, es del tamaño del Lago Ontario en Canadá.
Se cree que los organismos del Lago 'Vostok' pueden haber estado
aislados por un millón de años.
Sabemos que bajo todos esos lagos hay eucariotas, en particular
diatomeas, sobreviviendo en condiciones similares a las encontradas
en el océano de Europa. Esto suscita la cuestión
de cuál podría ser un experimento biológico
adecuado en el contexto de la exploración de Europa. Debido
a la naturaleza del entorno medioambiental de Europa, la cuestión
de diseñar un experimento biológico es radicalmente
distinta de la experiencia previa en 1976 con la misión
Viking a Marte22.
Todavía, sentimos que, dadas las dificultades para avanzar
en el problema de la distribución de la vida en el universo,
averiguar qué camino evolutivo está siendo seguido
por la vida extraterrestre es una cuestión de máxima
prioridad. Esto nos ayudaría a determinar si la evolución
de la inteligencia es posible vía desarrollo de una célula
eucariota, el camino elegido por el único ejemplo de vida
conocido hasta ahora por nosotros. Por el momento, el nivel mínimo
de complejidad necesitado por una neurona (y finalmente para la
evolución de un cerebro y conciencia) parece ser el eucariota.
Una vez alcanzado el nivel eucariota de evolución, la pluricelularidad
está abocada a continuar. Por estas razones, aparte de
los muchos posibles experimentos biológicos que en principio
son posibles en el restringido espacio que estará disponible
para experimentos en el océano de Europa, u otros satélites
helados, en el pasado hemos argumentado a favor de al menos un
experimento biológico dedicado a la búsqueda del
grado de evolución de microorganismos extraterrestres 23.
Hacia el Sistema Solar Interior
Una vez que nos alejamos de
Júpiter y sus lunas en dirección del Sistema Solar
Interior encontramos el Cinturón de Asteroides. A pesar
de su aparente irrelevancia para la astrobiología, es sumamente
importante para conocer la dinámica inicial del transporte
de la materia orgánica, la cual evolucionaría químicamente
hacia las biomoléculas prebióticas.
En 1993 la misión Galileo en su ruta hacia Júpiter
pasó cerca del asteroide Ida (52 Km. de diámetro)
y su pequeña luna Dactyl (diámetro de 1 Km.). En
1993 la misma misión Galileo en su ruta hacia Júpiter
pasó cerca del asteroide Ida (52 Km. de diámetro)
y su pequeña luna Dactyl (diámetro de 1 Km). Más
recientemente, en Junio de 1997 la misión NEAR ('Near Earth
Asteroid Randezvous') se acercó al asteroide Mathilde,
el cual mide 61 Km. de diámetro. Su color oscuro probablemente
se pueda explicar debido a la presencia de abundantes compuestos
orgánicos, que han permanecido inalterados desde el origen
mismo del Sistema Solar. Este tipo de información está
sentando las bases para la eventual comprensión del origen
de la vida en nuestro sistema solar, información que pudiese
en principio ser extrapolada a otros sistemas solares mencionados
al comienzo de esta charla. Dos cuerpos similares a Mathilde son
las dos lunas de Marte: Deimos y Fobos. Aunque Fobos es la mayor
de las dos lunas marcianas su dimensión es menor que la
de Mathilde. Ninguna de las dos lunas es objetivo principal de
la astrobiología, por ello no las discutiremos.
Marte como posible ambiente para la vida
La misión Viking con
destino a Marte produjo suficientes datos para poder construir
una imagen de todo su hemisferio occidental. Dicha imagen, obtenida
luego de la llegada de la misión al Planeta Rojo en 1976,
muestra dos posibles sitios relevantes para el origen de la vida:
· Ascareus Mons es un volcán de 27 Km. de altura,
lo cual demuestra que en algún momento de su pasado Marte
ha debido ser geológicamente activo.
· El segundo ambiente que deseamos resaltar es el Valle
Marineris, descubierto por una misión previa a la Viking,
de nombre "Mariner". Se extiende por unos 4 mil kilómetros
a lo largo del ecuador marciano. La morfología de esta
formación sugiere que en su pasado Marte ha debido tener
agua en su superficie.
De los datos recabados por la misión Pathfinder durante
el año 1997, junto con los datos de la reciente misión
Mars-Express 24, podemos concluir que no hay gran variedad en
la superficie; por consiguiente, para obtener datos novedosos
y de interés debemos excavar en futuras misiones. Pero
una pregunta evidente es: ¿Vale al pena excavar?, o más
bien:
Esta pregunta surge con el descubrimiento del meteorito encontrado
en 1984 en Antártica en un sitio llamado Allan Hills. Su
identificación en los catálogos es "ALH84001".
No hay duda sobre su origen marciano: los gases atrapados en su
interior corresponden a los valores fraccionados que ya se conocían
de la atmósfera marciana con la misión Viking, ya
mencionada en otro contexto. Las microfotografías fueron
publicadas por el equipo de David McKay de la NASA 25. En ellas
se pueden ver nódulos de carbonato, los cuales son similares
a los que fueron encontrados por primera vez en Viterbo, Italia.
La identificación de dichos nódulos fue con microorganismos.
Se propuso que estas formaciones corresponden a bacterias ínfimas
('nanobacterias'). Pero la respuesta si se trata de microorganismos
en realidad debe de aguardar hasta que muestras marcianas puedan
ser recuperadas para su estudio en laboratorios de la Tierra.
La cuestión de la biogenicidad en el Planeta Rojo queda
sin respuesta definitiva.
La Tierra un planeta favorable a la vida
Para concluir nuestro recorrido
que comenzó con el planeta Neptuno, nos encontramos finalmente
con la Tierra, la cual a pesar de todos los progresos de la astrobiología
permanece como el único sitio donde estamos seguros que
exista la vida. La biodiversidad es sorprendente. Esta se extiende
desde bacterias hasta organismos gigantescos, como el Sequoia
sempervirens (Lamb.) Endl., comúnmente llamado pino de
la costa de California, el cual en su madurez puede llegar a unos
100 metros de altura.
La biodiversidad se logra a partir del acelerado paso de la evolución
desde el inicio del Período Cambriano, unos 540 MaAP. Entre
las muchas reliquias vivientes de ese período, probablemente
entre las más interesantes tenemos a los onicoforos con
morfología entre anélidos y artrópodos. Un
organismo contemporáneo al onicoforo evoluciona hasta generar
el Homo sapiens. Entre los mayores logros de los seres humanos
está el desarrollo de la ciencia y de la tecnología
que nos ha permitido reflexionar sobre el origen del universo.
El Universo, gobernado por leyes que ya conocemos, produce ambientes
planetarios en donde la vida surge como consecuencia de estas
mismas leyes. La vida evoluciona hasta producir organismos capaces
de entender los rasgos generales de todo el proceso evolutivo.
Entre los instrumentos creados por el desarrollo de la tecnología
están los radiotelescopios, que nos permiten no solo reflexionar
sobre nuestra línea continua de evolución biológica,
sino también nos permite cuestionar la posible existencia
de otros seres con la inquietud de comunicarse.
Discusión y conclusiones
La interpretación de
la Teoría de la Evolución de Darwin que enfatiza
la casualidad inherente a la aleatoriedad de las mutaciones genéticas
parecería favorecer la singularidad de la humanidad dentro
del cosmos. Esa posición podría definirse con la
frase: Estamos solos en el universo. Vemos a continuación
algunos conceptos que apoyan a la idea de un universo en donde
se manifiesten múltiples formas de comportamiento inteligente.
Los seres humanos representan sólo una especie entre 4
mil especies de mamíferos. Los mamíferos, por su
parte, son un pequeño grupo de unas 20 mil especies de
vertebrados. A su vez los vertebrados resultan una pequeña
fracción cuando se comparan con el millón de especies
de insectos. Eso nos da una perspectiva real de la posición
de la humanidad dentro de la totalidad de los organismos vivientes.
Podemos aceptar cierta complejidad neurológica en los humanos
en comparación, por ejemplo, con anélidos. Sin embargo,
insistir que la posición de los humanos es especial parecería
estar en bases inseguras, es decir desde el punto de vista de
algunos autores. La opinión generalizada es que ninguna
tendencia podría ser seleccionada como el indicador de
una posición especial de una especie entre los 30 millones
en que se estima la totalidad de las especies que actualmente
existen en la Tierra.
Por otro lado, la evolución de la inteligencia en los humanos,
introduce un factor adicional, la evolución cultural, más
allá de la selección natural: La cultura en los
humanos es un fenómeno reciente, debido a que su evolución
no va más allá de 2 MaAP. Indicadores de cultura
datan desde una antigüedad podemos medir en miles de años,
más bien que en millones. Homo sapiens es capaz de dar
respuestas flexibles a cambios ambientales. La cultura podría
ser un indicador para diferenciar al H. sapiens de otras especies.
Creemos que hay acuerdo general en el sentido que en un ambiente
extraterrestre la evolución, a través de la selección
natural, no reproduciría a la humanidad. Sin embargo, la
posibilidad debe de ser considerada si un nivel de inteligencia
equivalente de los humanos (por ejemplo en el desarrollo de tecnologías)
podría ser logrado como consecuencia de los factores evolutivos
que ya hemos identificado en la Tierra: la selección natural
y la evolución cultural. Esta opción es independiente
de los detalles particulares del árbol de la vida (filogenético)
que hayan elevado a microorganismos hasta organismos (no-humanos)
inteligentes.
Al reconocer la inevitable incorporación de la contribución
de Darwin a nuestra cultura, nos obliga a todos los que participamos
en su desarrollo, ya seamos científicos, filósofos,
teólogos o artistas, a enfrentar dificultades aún
no resueltas. La eventual solución de estas dificultades
contribuirá inevitablemente a evitar el fraccionamiento
de la cultura en sub-culturas. De poderse lograr este objetivo
superaríamos una situación que hemos mantenido desde
el nacimiento de la cultura. En la próxima sección
continuaremos la búsqueda de una respuesta a una de las
más profundas preguntas que surgen del tema que hemos seleccionado
para este trabajo: ¿Estamos solos en el universo? De no
ser así, ¿Cuál es la ubicación de
la humanidad dentro de posibles evoluciones paralelas?
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