La evolución del comportamiento inteligente: ¿Existe evidencia de propósito en as moléculas complejas de la química?
JULIAN CHELA-FLORES
The Abdus Salam ICTP,
I-34014, Trieste, Italy
e
Instituto de Estudios Avanzados, Caracas, R.B.Venezuela.
RESUMEN. ¿Existen en la ciencia leyes, mecanismos generales, o valores especiales de algunas constantes físicas que podrían ser interpretadas en teología natural como indicadores de propósito? El ejemplo de entonación-fina resulta de interés en este contexto, ya que la astrofísica ha llevado a versiones débiles y fuertes del Principio Antrópico. En primer lugar existen algunas coincidencias numéricas notables en las constantes fundamentales de la física que parecen conspirar a favor de la emergencia de la vida inteligente en el universo. (Inicialmente ésta fue una observación atribuida al astrofísico británico Sir Fred Hoyle.) Estos argumentos ya han inspirado discusiones científicas en la frontera cultural con las humanidades. Cabe la pregunta: ¿Existe tal analogía en la bioquímica? Nosotros argumentaremos que la emergencia de la vida inteligente puede ser interpretada, no tan sólo como una conspiración de los valores de las constantes de la física microscópica, sino más bien la vida inteligente también parece ser una conspiración de la evolución biológica. De hecho, tanto la evolución como la convergencia evolutiva, son pertinentes a diversos niveles comenzando con la bioquímica, para concluir con la cosmología. Es nuestro propósito ilustrar algunos aspectos generales de esta interpretación de la emergencia de la vida inteligente en el universo, los cuales han llevado a posiciones discordantes en lo que respecta a la posible replicación de los atributos humanos en el universo.
¿Cuál es la posición de nuestro árbol de la vida en el universo?
Para poder decidir cual es
la posición del árbol de la vida en el universo,
debemos acudir a la ciencia. Primero que todo debemos poner de
lado algunas objeciones filosóficas que tienen raíces
profundas en la literatura especializada. La convergencia evolutiva
es un aspecto de la evolución que restringe su aleatoriedad.
En el libro de Monod, Chance and Necessity, el autor pone
demasiado énfasis en el rol que juega la 'casualidad pura'
en la evolución. El excluye el rol que la convergencia
evolutiva pueda haber tenido en la evolución de la vida
en la Tierra. Monod concluye que debemos rechazar la posibilidad
que hayan tendencias en la evolución biológica.
Esta posición no es tan sólo filosófica,
aunque sus implicaciones filosóficas son importantes. La
cuestión de tendencias en la evolución es relevante
para los temas que conciernen a la astrobiología. Estamos
viviendo al final de una enorme revolución tecnológica
en la capacidad de indagar si actualmente hay señales de
comunicación en la esfera celeste entre civilizaciones.
Esta posibilidad surgiría como el fruto de la evolución
del comportamiento inteligente más allá de nuestro
sistema solar. Debemos señalar el hecho que la casualidad
a nivel molecular (es decir, mutaciones en el genoma) no excluye
a un nivel más avanzado en la evolución la posibilidad
que un organismo demuestre tendencias evolutivas. Otro aspecto
de la posible existencia de tendencias en la evolución
son también relevantes para la teología natural,
como ya ha sido discutido ampliamente por otros autores (Peacocke,
1988).
Este es un sitio apropiado, en la encrucijada de la bioastronomía,
filosofía y teología, para abandonar el tema de
las implicaciones más profundas de la búsqueda de
la vida extraterrestre. Sin embargo, deseamos subrayar la importancia
del tema de las tendencias en la evolución para ambos dominios:
ya sea en la ciencia como en la teología.
El proyecto de la búsqueda de inteligencia extraterrestre
es conocido con las iniciales del proyecto en lengua inglesa (Search
for Extra-terrestrial Intelligence, S.E.T.I.). La motivación
razonada para este proyecto reside en la suposición que
las tendencias en la evolución observadas en la Tierra,
podrán servir como base para la comprensión de un
eventual 'contacto' entre diferentes formas de civilizaciones,
las cuales no pertenecerían al mismo árbol de la
vida.
La teología natural, por otra parte, representa la totalidad
del conocimiento sobre la religión, a la cual podemos acceder
a través del exclusivo razonamiento humano, sin apelar
a la revelación. En este contexto, la tendencia hacia cerebros
cada vez de mayor tamaño que ha sido observada en la evolución
terrestre, bien podría servir para un objetivo de la teología
natural, es decir, racionalizar el concepto de la Acción
Divina, sin que ello acarree el temor de fracasar en el establecimiento
de un diálogo razonable y constructivo con la ciencia.
Haber comprendido que la aleatoriedad en la evolución
no contradice la existencia de la convergencia en la evolución,
abre una puerta para un progreso real del avecinamiento integrado
de todas las formas de la cultura. Tal avecinamiento no caerá
en la trampa que remonta a la época de la publicación
del trabajo seminal de Charles Darwin, cuando posiblemente por
la dificultad de la comunicación entre la ciencia y la
religión, emerge una confrontación entre la fe y
la razón. Desafortunadamente, tal confrontación
todavía no nos ha abandonado del todo hasta la fecha.
Los principios antrópicos débiles de la cosmología y de la biología
No hay dificultad alguna en la cosmología de aceptar el 'principio antrópico débil':
"Introduzcamos un cambio en las leyes (y constantes de la naturaleza). Tal universo muy probablemente no sería compatible con la vida".
Una proposición análoga existe claramente en la bioquímica. En otras palabras:
"Omitamos la abundancia cósmica observada de los elementos biogénicos que son favorables para la vida. Además. omitamos los ambientes (planetas del tipo de la Tierra, o satélites del tipo de Europa), los cuales favorecen la evolución y la adaptación radiativa. La consecuencia sería que la vida no emergería.
Sin embargo, dificultades surgirían en ambos casos, ya sea en la cosmología como en la biología, si los principios antrópicos fuesen formulados en los siguientes términos (llamados 'fuertes', para distinguirlos del caso anterior reconocidos como los 'principios antrópicos débiles'):
(a) Las leyes de la naturaleza, así como las constantes físicas, fueron establecidas de manera tal que los seres humanos surgiesen en el universo
(b) La distribución de los ambientes similares a la Tierra y los satélites similares a Europa surgieron de manera tal de permitir que emergiesen los seres humanos en el universo.
Una evidente dificultad ha sido considerada en algún detalle en nuestro reciente libro (Chela-Flores, 2001). Las leyes de la naturaleza, de acuerdo con la evidencia que nos presenta la vida sobre la Tierra, de unos 3 mil millones de años de antigüedad, implicaría que la evolución del comportamiento inteligente parece ser inevitable. Lo que no resulta evidente es el carácter inevitable del surgimiento de los seres humanos.
¿Existe una analogía en la bioquímica con la entonación-fina?
Dos asuntos diferentes ya
han sido discutidos en el pasado en relación con el carácter
universal de la biología en general y de la bioquímica
en particular:
(1) La vida puede ser un imperativo cósmico (De Duve, 1995).
(2) La vida multicelular puede ser un fenómeno raro en
el cosmos, aunque la existencia de la vida de microbios puede
todavía ser extensa, la llamada hipótesis de la
Tierra excepcional (Ward y Brownlee, 2000).
Discutiremos un tercer tópico:
(3) la evolución del comportamiento inteligente depende
sólo del transcurso de un tiempo suficientemente largo
(junto con la preservación de condiciones planetarias estables);
por consiguiente, este aspecto de la evolución debería
ser frecuente en el universo.
Supongamos, además, que la teoría de la evolución
de Darwin sea la única teoría capaz de describir
adecuadamente el fenómeno que asociamos con la vida en
cualquier sitio del universo (Dawkins, 1983). Argumentaremos en
favor del carácter inevitable del origen y evolución
de la vida. Supondremos que la evolución Darwiniana es
un proceso universal y que el papel que juega la contingencia
deberá ser visto en el contexto restringido de paralelismo
y de la evolución convergente (Akindahunsi y Chela-Flores,
2004). Sin embargo, la convergencia no esta restringida a la biología,
sino que también es de relevancia en otras ramas de la
ciencia. La pregunta: "¿Qué sería conservado
si la trayectoria de la evolución fuese repetida dos veces?"
es pertinente para la astrobiología. Ella ha sido repetidamente
mencionada en el pasado (Fontana y Buss, 1994). Como todas las
formas de la vida que conocemos hasta la fecha son organismos
autóctonos de la Tierra, la relevancia de la pregunta resulta
evidente para la inquietud mayor en relación a la validez
universal de la biología (Dawkins, 1983; Chela-Flores,
2003a).
La notable distinción entre la casualidad (contingencia)
y la necesidad (es decir, la selección natural como principal
mecanismo para la evolución) es también relevante
para la astrobiología. Independientemente de la contingencia
histórica, la selección natural es lo suficientemente
poderosa para que los organismos vivientes, los cuales se encuentren
en ambientes similares, puedan ser preparados biológicamente
para destinos similares. Por esta razón, resulta importante
documentar el fenómeno de la convergencia evolutiva a todo
nivel en el asenso desde polvo de estrellas hasta la evolución
del cerebro (referimos al lector a la próxima sección).
En particular, el primer paso en esta dirección resulta
ser la documentación de la convergencia evolutiva al nivel
molecular. Nuestros ejemplos favorecen la suposición que
hasta cierto punto, y en ciertas condiciones, la selección
natural puede ser un factor más importante que la casualidad
(Conway-Morris, 1998). En resumen, cuestionamos la posible validez
de la universalidad de la bioquímica, una de las ciencias
que sirven de apoyo a la evolución química.
Convergencia al nivel cósmico y su verificación dentro del sistema solar
En cierto sentido la pregunta
principal sobre la convergencia en la bioquímica surge,
en primer lugar, debido a la naturaleza de la formación
de sistemas solares. Esto es debido a que hemos aprendido que
los elementos principales para la vida están intrínsicamente
ligados a los cuerpos pequeños que parecen ser característicos
de sistemas solares en general. El hidrógeno y el helio
constituyen casi la totalidad de los elementos químicos
del universo. Sólo el 2% de la materia tiene una constitución
diferente, de los cuales aproximadamente la mitad está
constituida por otros cinco elementos biogénicos (C, N,
O, S, P). De la química orgánica ya sabemos que
la síntesis nuclear es relevante para la generación
de los elementos de la Tabla Periódica más allá
del hidrógeno y del helio. Por consiguiente, este proceso
nuclear es eventualmente responsable por la primera aparición
de la vida en sistemas solares. Los elementos sintetizados en
los interiores de las estrellas son necesarios para sintetizar
los compuestos orgánicos que han sido observados en los
medios circumestelares, interestelares, cometas y otros cuerpos
pequeños del Sistema Solar. Los mismos elementos biogénicos
también son necesarios para la síntesis de las biomoléculas
de la vida. Además, la generación espontánea
de los aminoácidos en el medio interestelar ha sido sugerido
por argumentos generales de la bioquímica. Por otro lado,
ciertos aminoácidos han sido detectados en el laboratorio
en un modelo del hielo interestelar, el cual en el vacío
fue irradiado en el ultravioleta. Este experimento ha producido
16 aminoácidos, algunos de los cuales también han
sido detectados en meteoritos (Muñoz Caro et al.,
2002; cf., además Bernstein et al., 2002).
Por otro lado, hay factores que contribuyen a la formación
de planetas habitables. Por ejemplo, el meteorito de Murchison
puede haber sido un factor para el origen de la vida en al Tierra,
ya que de acuerdo a análisis químicos algunos aminoácidos
han sido encontrados en su interior. En el caso particular del
meteorito de Murchison encontramos muchas de las moléculas
básicas para el origen de la vida, tales como lípidos,
nucleótidos y más de 70 aminoácidos (Cronin
y Chang, 1993). La mayor parte de estos aminoácidos no
son relevantes para el proceso de la formación de la vida
sobre la Tierra. Por consiguiente, podemos suponer que son sólo
aminoácidos típicos de meteoritos. Esta observación
nos demuestra que los aminoácidos presentes en el meteorito,
que al mismo tiempo no tienen un rol como monómeros de
las proteínas, son ciertamente de origen extraterrestre.
Si la presencia de biomoléculas sobre la Tierra primitiva
es debido en parte al bombardeo de partículas de polvo
interplanetario, o a cometas y meteoritos, entonces el mismo fenómeno
puede haber tenido lugar en la formación de cualquiera
de los otros sistemas solares.
¿Sería la vida inteligente en el universo otro caso de entonación-fina?
Hemos hecho la suposición
que la selección natural puede ser lo suficientemente poderosa
para moldear los organismos terrestres para efectos finales similares,
siendo esto independiente de la contingencia histórica.
Además, podríamos usar términos más
fuertes: la convergencia evolutiva puede ser interpretada como
'un segundo recorrido de la trayectoria de la evolución',
cuyos resultados finales son, en términos generales, predecibles.
La universalidad de la bioquímica que hemos supuesto nos
sugiere que en las misiones de exploración del Sistema
Solar, los marcadores de otras posibles formas de vida ('biomarcadores')
deberían ser seleccionados dentro la bioquímica
tradicional. Es evidente la importancia del eventual descubrimiento
si la vida inteligente ha seguido senderos diferentes en otras
partes del universo. Hay dificultad intrínseca de comprobar
experimentalmente la posible evolución de la inteligencia
dentro de los métodos tradicionales de la ciencia (por
ejemplo, ello se ha intentado con el proyecto SETI durante los
últimos 50 años). Por estas razones, podemos ponernos
como objetivo comprobar sólo los primeros pasos de tales
senderos evolutivos dentro de nuestro sistema solar. Ciertamente
estamos en una posición favorable para buscar directamente
los biomarcadores evolutivos en Europa, el satélite de
Júpiter. Hemos considerado que si organismos viven allí
actualmente, posibles biomarcadores son los canales iónicos
(Chela-Flores, 2003b). Dado los largos plazos temporales antes
de que podamos efectuar los experimentos directamente, por el
presente, es oportuna la discusión de la factibilidad y
implicaciones culturales de tal empresa.
Existen todavía algunos desafíos que debemos afrontar
dentro de las restricciones impuestas por un eventual laboratorio
in-situ sobre la superficie congelada de Europa. Estas
limitaciones, sin embargo, parecen permitirnos el uso de las técnicas
de la biología molecular. La próxima misión
orbital al el sistema de Júpiter será el "Jupiter
Icy Moons Orbiter" (JIMO). Se espera que tal misión
determine sitios específicos, en donde la superficie helada
sea apropiada para la búsqueda directa de microorganismos
congelados, o al menos esperamos que se puedan ubicar sus biomarcadores.
Conocemos suficiente sobre la dinámica de las superficies
heladas de Antártica, por ejemplo sobre el Lago Vostok,
en donde se encuentran microorganismos en el hielo sobre el lago.
Ya hemos discutido estas posibilidades por separado (Gatta y
Chela-Flores, 2004). El interés comercial en la miniaturización
del equipo experimental ha avanzado el diseño de aparatos
que pudiesen ser útiles para nuestro propósito en
futuras misiones de exploración del Sistema Solar. En particular,
el avance concierne la miniaturización del equipo que pudiese
ser incluido en futuras misiones con una real posibilidad de éxito.
Consideramos que en futuras misiones se debería incluir
la posibilidad de llegar a la superficie, las técnicas
de la fluorescencia microscópica pudiesen ser adaptadas.
Aún más, se abre la posibilidad, aunque más
alejado en el tiempo, de poder penetrar la superficie congelada.
El propuesto sumergible lo llamamos 'hidrobot', o sea una especie
de robot acuático (Horvath et al, 1997).
Podemos concluir diciendo que dentro del campo de la investigación
científica en el futuro previsible estamos en posición
de dar respuestas a la cuestión de la entonación-fina
en el siguiente sentido: La evolución en el cosmos y, en
especial la evolución biológica a partir del nivel
bioquímico, pudiesen estar finamente entonadas para el
inevitable surgimiento del comportamiento inteligente, a través
de todo el universo, siempre que haya una preservación
estable de las condiciones planetarias a lo largo del tiempo en
escala geológica.
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